Todos los sistemas clásicos “legacy” tienen al menos un punto en común y el más importante: están envejeciendo y, con ello, se vuelven más vulnerables y menos confiables. Además, los fabricantes ya no ofrecen servicios de soporte a estos sistemas, dejando a las compañías que los tienen muy desprotegidas.
La vida útil del hardware es limitada, sin embargo, el software y las aplicaciones ejecutadas sobre él tienden a tener una vida útil más larga. Muchas empresas ignoran este hecho a favor de otros proyectos que parecen ser más urgentes. Sin embargo, cuando el hardware clásico falla, estas mismas organizaciones se arrepienten de no haber anticipado un plan de contingencia, ya que no hay margen de tiempo para resolverlo y el funcionamiento del sistema es crucial para el éxito del negocio. Los ingresos de la compañía, su reputación y posibles penalidades están en juego. Entonces, ¿por qué las empresas esperan hasta último momento para adoptar un plan cuando los riesgos son tan significativos y las pérdidas pueden ser millonarias?
¿Por qué las empresas esperan?
Los presupuestos son limitados e invertir más en sistemas clásicos “legacy” puede ser difícil. Algunos departamentos de TI obtienen piezas de repuesto y creen que es más barato que una solución a largo plazo.
Muchas empresas tienen la mentalidad de "si no está roto, no hay que reparar". Y en la medida en que el sistema clásico sigue siendo ejecutado, la compañía le va dando prioridad a otras áreas.
¿Por qué no se debe esperar?
En la mayoría de los casos, el costo de esperar es mayor que el costo de invertir a largo plazo. En algunas industrias, incluidas las de gobierno y finanzas, el 80-90% de los presupuestos de tecnología están destinados al mantenimiento de los sistemas de hardware clásicos ¨legacy¨.
Esto se debe a que estos sistemas son fundamentales para el éxito de una organización. Las empresas de servicios financieros, por ejemplo, pueden recibir altas multas si un fallo en el sistema clásico los deja sin acceso a los registros que necesitan almacenar por un determinado tiempo.
Además del riesgo de penalidades legales o procesos judiciales, las organizaciones pueden enfrentar el costo de piezas de recambio, (y sus costos adicionales cuando esas piezas no funcionan bien), el costo cada vez más elevado de mantenimiento debido a que los expertos en estos sistemas están dedicándose a otras funciones y el costo que genera el tiempo de inactividad del sistema cuando el hardware clásico falla.
Las consecuencias de la espera
Una estimación de Gartner muestra que las organizaciones pueden enfrentarse a 87 horas de inactividad del sistema al año. Se estima que el costo por hora es de US$ 42.000, lo que significa pérdidas superiores a los US$ 3,6 millones anuales para las grandes corporaciones. Otras fuentes citan costos más altos de US$ 84.000 a US$ 108.000 por hora.
Migrar a una plataforma totalmente nueva puede ser caro. Esto implica crear una nueva aplicación, entrenar empleados, convertir, traducir datos de la plataforma clásica a la nueva y los posibles gastos si los datos se pierden durante el proceso. Una búsqueda hecha por Bloor Research mostró que el presupuesto promedio para un proyecto de migración de datos es de US$ 875.000, pero sólo el 62% de los proyectos se hicieron dentro del plazo y del presupuesto inicialmente planteado.
Por otro lado, a medida que el hardware clásico envejece, el soporte empieza a escasear. Muchos expertos en hardware clásico se están retirando o enfocando en nuevos espacios tecnológicos. Y a raíz de esto el costo para mantener esas plataformas legadas está subiendo.
Creación de un plan, “como mitigamos el riesgo de estos sistemas”
Al entender los riesgos, las empresas evalúan las opciones y se ven frente a tres alternativas:
Opción A: mantener el hardware obsoleto
Esto significa estar enterado de los colapsos y ordenar una pieza de repuesto lo más rápido posible cuando hay un fallo. Es necesario, sin embargo, estar cómodo con el tiempo de inactividad que ello implica. La opción es más aceptable para las empresas con bajo costo de tiempo de inactividad o que sólo utilizan el sistema como archivo.
Opción B: migrar el software
Las migraciones tardan meses y requieren reescrituras parciales o completas de la aplicación. Además, parte de la información se puede perder en el proceso y hay renovación de empleados. El tiempo, los costos y los riesgos involucrados pueden hacer que esta opción sea prohibitiva.
Opción recomendable: emulación de hardware
La solución más económica y de bajo riesgo es virtualizar el hardware clásico, permitiendo que aplicaciones legadas se ejecuten sin modificación en servidores estándar. La emulación tiene un corto proceso de implementación - las empresas pueden mantener sus aplicaciones intactas. Además, el equipo de soporte está disponible para diagnóstico, solución de problemas y mantenimiento general.
Los sistemas clásicos no deben quedar desprotegidos. Con la emulación, las organizaciones pueden mejorar el ROI de los sistemas, mantener aplicaciones de misión crítica en acción, eliminar riesgos, reducir costos y evitar excesos presupuestarios. Invertir en el futuro de los sistemas clásicos es una garantía de éxito continuo del negocio.
Por: Redacción Robert Ruiz, Director General de Stromasys para Latinoamérica
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