Por: Sandra Arévalo Fonseca, docente del programa de Derecho de la Fundación Universitaria San Mateo
La transformación mundial obligada que vivimos fue utilizada por la ciberdelincuencia para encontrar espacios vulnerables en los que, por falta de cuidado, exceso de confianza o desconocimiento, permitimos que nuestra información quede expuesta ante la sociedad. Mostrar dónde estamos, qué comemos o qué hacemos en las redes sociales, nos hizo bajar la guardia en temas de seguridad.
Por esta razón, la pornografía infantil y el bullying o matoneo migraron de los hogares o colegios para ser parte del mundo cibernético. Hoy es preocupante ver cómo las víctimas de Pornografía Infantil en el ciberespacio representan cifras alarmantes, más de 14.500 sitios web que utilizaban imágenes de menores de 18 años con fotos explícitas, fueron cerrados o bloqueados en 2022, de acuerdo con cifras de la Fiscalía General de la Nación.
Desafortunadamente, según Pornhub, Colombia se ha convertido en uno de los 20 países más consumidores de pornografía infantil, esto nos muestra la falta de previsión y cuidado que tanto padres, cuidadores y menores tenemos en el uso de las plataformas tecnológicas, puesto que son las herramientas más cercanas para obtener información, imágenes o videos de menores, basándose en su ingenuidad y facilidad de hacer amistades.
Cabe resaltar que los victimarios de estos menores siguen siendo en su mayoría adultos que hacen parte de su familia y otros casos son aquellos que mediante el Grooming o falsos perfiles (adultos haciéndose pasar por una persona de la edad de la víctima) obtienen la confianza necesaria para solicitar fotos, videos íntimos e incluso llegar a tener encuentros sexuales para obtener material fotográfico que posteriormente se publica en la red, convirtiendo en víctimas internacionales a estos menores.
La protección de estos jóvenes parte desde casa, es necesario conversar con ellos sobre la manera eficaz, óptima y segura de utilizar las redes sociales, dejando claro que no pueden ni deben hablar con extraños, mucho menos cuando estos realizan preguntas personales o íntimas, solicitan envío de fotos o tratan de iniciar relaciones amorosas.
En cuanto al matoneo, las cifras también son desalentadoras, pues Colombia es considerado uno de los países que presenta mayor número de casos de abuso escolar, según la ONG internacional Bullying sin Fronteras, siendo este uno de los motivos para que las victimas tomen la decisión de suicidarse.
En este caso, las víctimas pueden ser de cualquier edad, sexo, orientación, religión o tener alguna condición que las haga diferenciar y para aquellos que quieren lastimar, solo es necesario ingresar a las redes sociales y pueden de manera escrita atacar a su víctima, más aún cuando esta persona ya ha sido atacada previamente, puesto que herramientas como Facebook, Instagram, Tik Tok, entre otras, permiten los comentarios públicos. Esta conducta a nivel informático como hostigamiento y abuso se denomina Ciberbullying y es desencadenada en una vulneración sin fin, puesto que se desarrolla las 24 horas de los siete días de la semana, mediante el uso de las redes sociales, a través de las que pueden atacar desde aspectos físicos hasta realizar amenazas de muerte.
Por otro lado, las relaciones amorosas han evolucionado con la tecnología, es normal el uso de lenguaje o imágenes íntimas directas o indirectas para mayor acercamiento con la pareja, convirtiéndose en un acto normal denominado sexting, que no es una práctica ilegal o censurada, el problema recae cuando la imagen o video es utilizado por la persona que lo recibe y decide publicarlo en plataformas virtuales o redes sociales. Esto entraría en la categoría de pornografía, pero cuando se utiliza para extorsionar a cambio de favores íntimos o económicos, así entra en el campo de la Sextorsión. Este delito es más común de lo que debería, pues muchas veces se remiten fotos de índole sexual a personas con las cuales se inicia algún tipo de relación, sin conocer sus intenciones o cuáles son sus valores.
El sector financiero también se ha visto vulnerado
Los bancos debido a la pandemia fortalecieron sus plataformas virtuales y además agregaron nuevas herramientas para el uso habitual de los ciudadanos en el pago de obligaciones y/o servicios por sus medios electrónicos. Lastimosamente, los estafadores encontraron la manera de lograr engañar creando un delito llamado Phishing, en el que generan correos electrónicos masivos haciéndose pasar por la entidad bancaria para obtener contraseñas, números de tarjetas y datos personales, por eso es necesario no entregar información personal o de las cuentas por ningún medio. Si la entidad requiere alguna información del usuario, éste debe dirigirse a la sucursal más cercana para remitir dicha información al personal indicado, además se debe tener en cuenta no abrir las plataformas bancarias en computadores públicos o redes de establecimientos abiertos, ni permitir la ayuda de intermediarios para ningún tipo de operación.
Un delito ligado con el Phishing es el Pharming, otra modalidad de estafa. Debemos recordar que las entidades bancarias nos advierten sobre el uso de sus plataformas digitales, dejando en claro que siempre debemos realizar nuestras operaciones bancarias en las páginas oficiales, verificando que en la dirección electrónica a la cual se ingresa tenga al comienzo un candado cerrado, esto determina que es la página oficial y que no habrá robo de información.
Las tarjetas débito o crédito, de las cuales la gran mayoría de las personas somos acreedores, también pueden ser vulnerables ante la criminalidad. Es por lo que tenemos el delito de Skimming, en el que se busca copiar la cinta magnética de la tarjeta permitiendo su utilización en los cajeros automáticos, robando así la información y logrando clonar la tarjeta.
Hoy existen artefactos que permiten en un descuido su clonación y muchos de los delitos hoy judicializados son por entregar las tarjetas en sitios comerciales para realizar los pagos de nuestras compras. Por ello, siempre debemos verificar qué tipo de aparato electrónico utilizan en el momento que introducimos las claves de seguridad en todos los establecimientos donde nuestros pagos son realizados.
Un delito relativamente nuevo es el llamado Smishing, que ha sido creado a partir de la ingeniería social. Es muy común porque se camufla en las llamadas cadenas que encontramos en las redes sociales o Whatsapp, que en mensajes de texto debemos introducir de acuerdo con un abecedario, animales que nos gustan, colores, respondamos ciertas preguntas que conllevan en el fondo un tipo de información que permitirá el acceso a nuestros dispositivos y redes, logrando que los victimarios ingresen a nuestra galería de fotos, mensajes, llamadas e incluso apps de bancos que permanecen en nuestros dispositivos.
Si bien es cierto, la ley no nace para prevenir sino para sancionar conductas o acciones ya existentes, la criminalidad sobrepasa la ingenuidad, confianza o valores de las víctimas, dejando en claro que siempre buscará dañar el patrimonio o la salud física y mental de las personas, sin importar su raza, sexo, orientación y edad.
Por lo anterior, debemos estar siempre alerta a cualquier cambio de actitud o patrón de comportamiento de las personas cercanas y de igual manera, no caer en llamadas, mensajes o cadenas para evitar la obtención de nuestra información, en vista de la alta probabilidad de convertirnos en víctimas potenciales, dañando nuestro buen nombre o patrimonio personal.
Fuente de redaccion la Fundación San Mateo
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