La orden de arresto contra Vladimir Putin emitida por la Corte Penal Internacional la semana pasada fue la culminación de una historia que CNN ha estado siguiendo durante algún tiempo: acusaciones y evidencias de la deportación forzada de miles de niños ucranianos a Rusia.
El corresponsal internacional senior de CNN, David McKenzie, viajó a Jersón, Ucrania, para investigar este deliberado horror, consecuencia de la ocupación rusa.
__________
No queda un solo niño en el Hogar de Niños de Jersón.
“Siento un vacío, un vacío”, dice Olena, enfermera del hogar. “Los niños tenían de todo… estaban felices. Ahora es solo silencio”.
Olena describe el día en que los rusos llamaron y les dijeron que “prepararan a los niños”.
Al día siguiente, la propaganda oficial rusa captó las desgarradoras escenas de niños desconcertados que eran separados de sus amadas niñeras y transportados a la Crimea ocupada por los rusos o a la propia Rusia.
En lugar de ocultar este presunto crimen de guerra, los rusos lo publicitaron insistiendo en que los niños serían llevados a un lugar seguro.
Los investigadores dicen, sin embargo, que esta medida era parte de una acción premeditada de los rusos para llevarse a niños ucranianos.
Con gran riesgo personal, un grupo de valientes ucranianos en el Hospital Regional de Niños de Jersón decidió actuar para evitar que se llevaran a los niños.
Escondieron a los huérfanos en la UCI y falsificaron evaluaciones médicas para decir que los niños sanos estaban gravemente enfermos.
Incluso falsificaron la ventilación de emergencia, le dijo una enfermera del hospital a McKenzie.
“Comprendimos que los rusos y los colaboradores no nos perdonarían”, dijo. “Sabíamos que habría una retaliación grave. Entendimos esto. Pero se arriesgaron y lograron salvar a los niños”.
Una enfermera de cuidados intensivos fue más allá y dijo que sintió mucho amor por uno de los niños huérfanos y lo adoptó.