Bogotá, 24 de febrero de 2016. Fue en 2008 cuando Bill Dewey, director de Asuntos Públicos en Taylor Shellfish, se enteró en una conferencia de que la acidificación del océano, un cambio en la química del agua de mar, podría amenazar gravemente su industria con el incremento de la cantidad de bióxido de carbono en la atmósfera. Es decir que su compañía, dedicada al cultivo de ostras en la costa del estado de Washington, estaba en riesgo de irse abajo.
En búsqueda de una solución, en 2013, el cuerpo legislativo estatal intervino pidiéndole a la Universidad de Washington (UW) que estudiara y desarrollara un modelo que les permitiera conocer este fenómeno con anterioridad. De esta forma, crearon LiveOcean, un modelo numérico que ofrece un pronóstico anticipado sobre la acidez del agua en la bahía del estrecho de Puget o en otras regiones costeras.
Parker MacCready, profesor de oceanografía física en la UW, es el científico que dirige al equipo de LiveOcean y quien implementó tecnología Microsoft Azure para crear un sistema de almacenamiento basado en la nube. El sistema contiene cantidades enormes de datos de su modelo oceánico remoto, un Sistema de Modelado Oceánico Regional (ROMS, por sus siglas en inglés) que ayuda a alimentar los modelos de LiveOcean. Para producir esos pronósticos, LiveOcean depende de otras fuentes, tales como datos de la Encuesta Geológica de Estados Unidos (para corrientes fluviales), pronósticos atmosféricos, y otro modelo oceánico llamado Modelo Oceánico de Coordenadas Híbridas (HYCOM, por sus siglas en inglés). Con esta información sobre la acidez del agua, Taylor Shellfish ahora sabe el momento más seguro para hacer nacer las crías de ostras, así como el lugar más apropiado para plantarlas.
La acidificación del océano es un problema global emergente, de acuerdo con la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). Los científicos apenas han comenzado a monitorear este fenómeno ambiental en el mundo, de modo que es imposible predecir con exactitud la forma en que afectará al ambiente marino. En un informe, la NOAA especificó: “es urgente fortalecer la ciencia para poder tomar acciones y decisiones firmes”.
Por su parte, las herramientas de Azure permiten a todos acceder al sistema. Desde el punto de vista científico de MacCready, la nube “brinda la capacidad de crear y utilizar diferentes recursos sin tener que salir a comprar hardware”. El profesor de la UW espera que otros desarrollen plataformas para, por ejemplo, generar datos sobre corrientes fluviales o brindar información útil a los pescadores de salmón. Le llama la atención, en especial, la posibilidad de monitorear el movimiento de las partículas individuales en el mar con el cual es posible predecir la dirección que tomaría un derrame de petróleo.
Sin embargo, el impacto de LiveOcean va mucho más allá de la industria de mariscos. Jan Newton, oceanógrafo principal en el Laboratorio de Física Aplicada y codirector del Proyecto de Acidificación del Océano de Washington (WOAP, por sus siglas en inglés), considera que LiveOcean puede cambiar la manera en que el público percibe el cambio climático y la química del mar.
“Los modelos y portales de datos como LiveOcean crean un puente [de entendimiento] porque, aunque la gente no sepa de química, es posible observar el código de color y ver la manera en que éste cambia de acuerdo al lugar y la temporada”, afirma Newton. Por su parte, Dewey considera que estas herramientas, actualmente utilizadas para medir la química del Océano Pacífico, serán adoptadas por otros para emplearlas en todo el mundo.
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