● La papachina en Bajo Calima, Buenaventura, ha permitido que la comunidad víctima del conflicto retorne y tenga la esperanza de un renacer para su territorio.
● En Vista Hermosa, Meta, la chocolatina nació como método para confiar de nuevo en una comunidad en la que un grupo de mujeres quiso recontar su historia.
● En el Urabá antioqueño, tierra platanera, la creatividad de hombres y mujeres dio vida a productos naturales que han permitido a esta comunidad tener un sostén económico fijo.
● Florencia, Caquetá, da vida a productos como el ají chirapita y la piña india que conforman la mermelada de piña con ají, con la cual se cuenta a sus consumidores la historia de reconciliación de su territorio,
● Estos productos son apoyados por el Programa de Alianzas para la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA
Octubre, 2020. En Colombia el potencial de las comunidades para encontrar segundas oportunidades ha permitido que este país construya sobre una historia de conflicto una de reconciliación, confianza, empoderamiento y esperanza, como es el caso de Buenaventura, Meta, Urabá y Caquetá que le apuestan a estos valores a través de la cosecha y transformación de productos del campo, que aseguran estabilidad económica a familias colombianas víctimas del conflicto armado. Estos procesos son apoyados tanto de manera psicosocial como productiva por el Programa de Alianzas para la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA.
En Buenaventura, la papachina ha servido como medio de sostén a las familias quienes la han transformando en diferentes productos, desde chips hasta tortas. Por otro lado, en el Meta, se trabaja con el cacao como medio de reconciliación que ha unido a la comunidad de cultivadores del territorio. Además, en el Urabá antioqueño, los plátanos saborizados y empacados al vacío, entre otros productos, fueron el camino para explotar el potencial de su territorio platanero. Para finalizar en el Caquetá, el ají charapita y la piña india se unen para dar vida a la salsa de piña picante que es símbolo de reconciliación no solo con la madre naturaleza, sino también con su comunidad.
En Bajo Calima, Buenaventura, la comunidad retornó después del desplazamiento forzado hace algunos años. Con su regreso buscaron potencializar el territorio y darle oportunidad a la comunidad para fortalecer la economía de sus hogares. Esto lo lograron al encontrar la papachina, una legumbre del Pacífico, producto fundamental en la canasta familiar de quienes viven en uno de los puertos más importante del país. Este producto les dio la oportunidad para no perder la esperanza, fortalecer los lazos de la comunidad y sacar adelante al territorio. Por ello, personas como Fabiola y John le han apostado a trabajar en equipo con los productores a través de la Fundación Puerto Aguadulce - Compas con el apoyo del Programa de Alianzas para la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA.
La papa china es una legumbre, tiene un alto contenido de calcio y sus hojas aportan una buena cantidad de vitaminas y minerales. Con respecto a sus propiedades medicinales, la papa china puede ayudar a la flora intestinal, la gastritis y úlceras, aunque no existe una tradición para usarlo con estos fines. Por estas razones, emprender a partir de la proyección de la papa china o Malanga, como una oportunidad de negocio para comercializar a través de la innovación y la tecnificación, es la oportunidad para esta comunidad que busca reconciliarse con su historia.
‘’Por la misma necesidad se ha transformado el uso de la papa china, esta comunidad retornó hace diez años después del conflicto y esta legumbre fue la que se mantuvo, por ello todos le apostaron a este producto que pasó de no tener valor a ser una oportunidad económica. Gracias a esto, se convirtió en un sinónimo de resistencia en estas comunidades, ya que ha estado presente por muchos años brindando oportunidades económicas’’, aseguró Jhon Edward Renteria, Coordinador de Desarrollo Comunitario - Fundación Puerto Aguadulce Compas.
Por otro lado Vista Hermosa, Meta, se convirtió en un ejemplo de confianza y reconciliación gracias a una comunidad de mujeres liderada por Aurora Martinez, Embajadora de la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA, quienes le apostaron a la erradicación de cultivos ilícitos por cacao. Este proceso inició con 30 familias que se comprometieron a darle otra visión a su municipio, actualmente son alrededor de 80 familias que cuentan con 342 hectáreas establecidas de cultivo, quienes trabajan en conjunto para generar oportunidades prósperas para su región.
Este proceso de construir una comunidad que confía en su potencial ha permitido que los jóvenes de las familias se unan a este proceso, se capaciten y formen parte de este sueño que actualmente permite a estas familias obtener un sustento. Por esa razón, asegura Aurora Martínez, a pesar de que en el pasado la comunidad no era unida y ni siquiera se comunicaban entre sí, después de darle la oportunidad al cacao para cambiar sus vidas, han trabajado en conjunto, se apoyan y eso es lo que ha permitido que los jóvenes quieran ser parte de este crecimiento.
Así es como nace la transformación de cacao en chocolate de mesa y la chocolatina de la reconciliación que buscan transmitir ese mensaje de unión, confianza y esperanza que la comunidad busca difundir. Estos productos han dado la posibilidad a estas familias de expandir sus conocimientos y portafolio que ha mejorado sus condiciones de vida.
‘’Con el paso del tiempo hemos creado espacios y oportunidades que han aportado a las familias de la comunidad, además esto ha permitido que los jóvenes hagan parte de este sueño y se interesen en capacitarse sobre los diferentes procesos de cultivos y transformación. Por esa razón, mi consejo es, si usted tiene un proyecto en su cabeza, sáquelo adelante y hágalo realidad no tema a los cambios, no pierda la fe, sea constante y tenga claro que los resultados no serán inmediatos, por ello inspírese en su comunidad, en trabajar en conjunto’’, aseguró Aurora Martinez, Embajadora de la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA.
Turbo, Urabá antioqueño, por su lado, ha transformado una comunidad víctima del conflicto armado a través del cultivo de plátano y con el objetivo de encontrar un diferenciador ha convertido este a productos congelados, empacados al vació y saborizados, lo cual no solo resaltó su labor sino que además ha permitido que muchas más familias obtengan estabilidad económica a través de este proceso que significa para ellos renacer, reconciliarse y ser PARte de la solución.
En Turbo, en el corregimiento el Tres, la comunidad ha aprendido a trabajar en equipo con un enfoque reconciliador, lo cual les ha permitido encontrar el potencial no solo del producto que transforman sino también, en su comunidad como ejemplo de confianza y ha sido tal el fortalecimiento que actualmente tienen la posibilidad de generar empleos, generando así un encadenamiento productivo que potencia el valor agregado que han encontrado al plátano. Sumado a esto gracias al proceso de formación y reconciliación, la comunidad ha cambiado su pensamiento y se ha proyectado a mejorar las oportunidades económicas.
‘’En la comunidad del campo, siempre trabajamos pensando en colectivo, en cómo aportar al crecimiento de todos en general y así poder abastecer las necesidades de las familias. Por esa razón aportar a las ideas del sector rural es clave para nosotros, ya que nos permite continuar fortaleciendo nuestro proceso productivo y así cumplir nuestro sueño de dar a conocer nuestros productos a nivel nacional e internacional’, aseguró Jhon Jairo Yepes Cano, Representante Legal de COMUDECO.
En Florencia, Caquetá Agrosolidaria es una empresa que nace con la iniciativa de un grupo de víctimas del conflicto armado con la siembra y transformación del sacha inchi o maní amazónico que nace también como sustitución de cultivos ilícitos. Esto ha permitido no solo el sustento económico para las familias que le han permitido ser la Primera Planta de Transformación Agroindustrial de Productos Forestales no Maderables del Bosque del departamento del Caquetá, ya que uno de los objetivos de esta empresa es la protección de la Pachamama como territorio de paz.
En su portafolio se incluyen productos que han permitido a familias víctimas del conflicto armado producir sus tierras, por ello con el objetivo de potenciar el valor de los cultivos de frutos y semillas nativos del territorio y mezclar las propiedades de estos, nacen productos como la salsa de piña con ají, la cual no solo cuenta con las propiedades del ají charapita, sino también la piña india que es cultivada por la comunidad de la vereda de Roservalles, en donde el 90% son víctimas del conflicto armado y después de recibir tierras gracias a proyectos nacionales las han trabajado cultivando frutas nativas como lo es la piña; permitiendo así, que la economía circular del departamento del Caquetá continúe fortaleciéndose y dándose a conocer a nivel nacional, gracias a Agrosolidaria.
“Nuestros productos tienen su origen en los majestuosos bosques amazónicos, son cultivados y procesados en el piedemonte amazónico por familias víctimas del conflicto armado, que gracias a su capacidad de resiliencia, desarrollan procesos de reconciliación y mitigación de los impactos ambientales generados por la deforestación’’ Afirma, Agrosolidaria Florencia, Caquetá.
Fuente de redaccion: Programa de Alianzas para la Reconciliación de USAID y ACDI/VOCA