“Una compañía no sobrevive sin un contador. El contador es el brazo derecho de los empresarios, es un personaje increíble en las organizaciones y a nosotros nos interesa engrandecerlo. No hay nada mejor que tener un ‘berraco’ que lo haga todo bien en ese sentido”, dice Ricardo Ortiz, un colombiano que decidió cambiar su chip y desarrollar Siigo, un software diseñado para transformarle la vida y hacer más felices a estos profesionales de las ciencias económicas y administrativas.
Ricardo es actualmente el presidente de SIIGO S.A., y con el que se propuso mejorar aquellos procesos que posiblemente hacen trasnochar a más de un contador: los cierres contables, la consolidación de estados financieros, la facturación, la administración de inventarios, la elaboración de nómina, la actualización permanente de normas fiscales, entre muchas otras actividades más.
¿Cómo hace Ricardo para quitarle un peso de encima a las decenas de miles de contadores en pleno siglo XXI? La fórmula, dice él, fue juntar dos mundos: la tecnología y la felicidad; pero antes de aplicarla en sus clientes, los contadores de las empresas, la puso a prueba en sus empleados.
La felicidad en la nube
Así de sencillo. Un componente importante de esa felicidad a la que hace referencia Ricardo constantemente, lo aporta la movilidad de la nube. De manera que, teniendo claro el objetivo de sacarles una sonrisa a sus clientes, Siigo está migrando toda su plataforma de servicio a Microsoft Azure.
Un ejemplo de que la fórmula funciona es el hecho de pagar la nómina en una empresa. En el caso del contador, ahora es posible pagar la nómina desde su casa. Ya no es necesario que se quede en la oficina hasta la medianoche, o más tarde, todos los 15 o los 30 de cada mes. “El contador vive feliz con nosotros porque les transformamos la vida. Les entregamos una tecnología que le permite desarrollar su parte humana de una manera diferente”, comenta Ricardo. “Incluso para el empresario es un alivio tener acceso a la información contable de su negocio desde su celular en cualquier momento”.
Para lograrlo, Siigo tuvo que dar el gran paso de cambiar su tecnología. “Primero, cuando trabajábamos con Amazon, teníamos que gestionar mucho la infraestructura y el servidor era provisional; si queríamos un sistema de alta disponibilidad, nos tocaba construirlo y configurarlo”, argumenta Ricardo. “Pero nos llamó la atención lo que nos ofrecía Microsoft Azure: altos niveles de autogestión para poder dedicarnos a nuestro ‘core’ de trabajo, seguridad de que la plataforma no se iba a caer en ningún momento y una flexibilidad que nos permitía hacer mezclas de bases de datos relacionales con información de almacenamiento”. Todo esto les ayudó a mejorar su desempeño y a bajar ciertos costos.
Con esta flexibilidad Siigo lo ha logrado. Hoy hay miles de contadores más felices y contando sus experiencias ‘wow’:”Agradecemos todo lo que hacen por nosotros. Son parte importante de nuestro día a día y del crecimiento que tenemos como empresa y como personas”, expresa Diego Rojas, empleado de Producciones Químicas S.A. Sonia Zambrano de Rosiphar añade:“donde quiera que llego siempre recomiendo Siigo. Este programa, bien parametrizado, hace lo que uno quiera con tan sólo darle 'enter'. No hay nada más obediente".
Por su parte, la contadora María Teresa Pirajón cuenta su experiencia antes y después de Siigo: “Cuando fui a parametrizar el IVA como costo con otra herramienta, me di cuenta de que la función no estaba. Entré en pánico. Sabía que eso podía demorarse unos ocho días y yo tenía que presentar la información de mi empresa ya”. Pero para salir del apuro, asegura esta experimentada contadora, siguió las recomendaciones de un colega que le sugirió Siigo y los resultados fueron sorprendentes: “hice lo que él me dijo y fue algo impactante. Desde entonces le he contado a todo el mundo que en menos de dos minutos Siigo le dio solución a mi problema”.
Es por esto que Siigo hoy cuenta con uno de los mejores índices de lealtad de clientes según Bain & Company, una firma de consultoría estratégica internacional británica que basa sus mediciones en recomendaciones. Sin embargo, su trayecto hacia la felicidad no termina ahí. En los próximos años, la empresa planea continuar su proceso de innovación tecnológica de cara a continuar mejorando la experiencia de sus clientes.
“Vendrán cosas como conexión directa con los bancos; pagos contabilizados en tiempo real; un sistema de procesamiento de datos demográficos; mejor automatización de plataformas CRM con algoritmos predictivos para facilitar el trabajo de los empresarios; y la migración de todos nuestros procesos a la nube para 2018”, sostiene Ricardo, quien además proyecta un crecimiento de 12 mil clientes nuevos este año y una importante fase de internacionalización del negocio a otros mercados latinoamericanos. Así, Siigo continuará madurando con la premisa de que a una empresa le va mucho mejor cuando sus empleados son felices.
El origen
La felicidad, justo lo que Ricardo viene construyendo desde 1988 cuando dejó de pertenecer a distintas organizaciones y de asesorar empresas y cuando, como dice él, un buen amigo lo impulsó a convertir su idea en un producto. Sólo en el primer año logró más de 150 clientes. "¿Por qué crecimos? Nosotros le hablábamos de tener sistemas de información gerencial a las pequeñas empresas. Eso, en ese tiempo, era como hablar de ir a marte en épocas modernas”, dice Ricardo. “Nuestra barrera de entrada era que las empresas no tenían computadores. Sin embargo, empezaron a comprarlos por nuestro software”.
A partir de entonces, Siigo creció a un ritmo exponencial y vertiginoso. Su nivel de expansión los llevó a tener presencia en Ecuador, Perú y Venezuela; pero, para robustecer su capacidad financiera y mantener a flote su negocio, Ricardo tuvo que vender el 70 por ciento de su empresa a una firma de software holandesa. Fue de esta forma como el proyecto del emprendedor terminó siendo la primera compañía colombiana de TI que recibió inversión extranjera en 1998. “Este fue un emprendimiento que no fue planeado, sino que fue encontrado en el camino. Nunca nos imaginamos que fuera a ser tan exitoso”, comenta Ricardo.
No obstante, el matrimonio con esta compañía europea no dio los resultados esperados. Al unirse a ellos, Siigo perdió su foco de ayudar a crecer a las pequeñas empresas para concentrarse en mercados más grandes. Ante este escenario, en 2010, Ricardo decidió recomprar el total de su organización para volver a sus raíces: venderle a los ‘chiquitos’, como dice él. Pasaron de proveer soluciones a multinacionales a asesorar al dueño de la peluquería, la ferretería o el negocio de la esquina; así mismo, comenzaron a ofrecer su software en la nube, bajo el nombre de iSiigo, a más de 100 mil pymes para facilitar sus procesos contables, de facturación y de administración de clientes.
Hoy, con 28 años en el mercado, la compañía que preside Ricardo vuelve a ser estable y a reportar cifras de éxito con más 100 mil clientes, 440 empleados y alrededor de 400 entidades educativas enseñando el software Siigo como parte de sus programas académicos. Para llegar a donde está, muchas cosas tuvieron que pasar: desde diseñar un sistema de gestión organizacional y de servicio al cliente basado en la felicidad, hasta innovar su arquitectura tecnológica para soportar todos sus procesos.
El cambio de chip y las experiencias ‘wow’
Al retomar su enfoque, sólo cosas buenas comenzaron a suceder en SIIGO S.A. Internamente: saltaron de un modelo de control a un modelo de confianza con sus empleados basado en un esquema de valores donde todos piensan como los dueños del negocio y son tomadores de decisiones. Allí los regaños no existen, las retroalimentaciones son positivas y una buena actitud permea en las relaciones. Como dice Ricardo, cambiaron el chip.
En 2013, Siigo fue reconocida como Emprendedor Endeavor, un título que hace honor a los emprendimientos de alto impacto en el mundo. Con este logro, se les abrió la oportunidad de asistir a una cumbre en San Francisco donde conocieron delivering happiness, el modelo de felicidad organizacional desarrollado por Zappos.com. Adicional a esto, libros como ‘Los cuatro acuerdos’ y ‘El Principito se pone la corbata’ les aportaron una serie de enseñanzas que mezclaron con el concepto de escalar la excelencia, el cual aprendieron en un curso sobre liderazgo en Stanford. De esta manera, Ricardo y su equipo ensamblaron la estructura de un plan de gestión organizacional innovador para su empresa.
“Empezamos a encontrar metodologías para seguir siendo fieles a una filosofía orientada al recurso humano y montamos un esquema disruptivo de felicidad en el trabajo. Nadie lo tiene en este país”, expresa Ricardo con contundencia. “Supimos que si los corazones de los empleados estaban comprometidos con todo esto, lo íbamos a lograr. Entonces nuestra estrategia fue combatir la infelicidad, identificando los tres estados que le quitan la paz interna a la gente: el mal genio, la tristeza y el miedo”. Con esta idea, Siigo trabajó con una consultora de recursos humanos por tres años para enseñarle el valor de la felicidad a su personal y decidieron dejar ir a los trabajadores con actitudes negativas, así fueran los mejores vendedores del equipo.
Ahora, cuando suena una campana en Siigo, quiere decir que un negocio se ha cerrado e inmediatamente todos lo celebran con un aplauso porque empezaron a transformarle la vida a un contador o un empresario; la gente juega ping pong; cada uno trabaja por un bien común y las comisiones se reparten equitativamente entre los miembros del equipo; se agradece todo el tiempo, diez veces al día como mínimo; aprenden a perdonar y a servirle a los demás; jamás se divulga una queja y se comparten las experiencias ‘wow’, lo que significa que un cliente ha quedado satisfecho; y, sobre todo, se cree que el cambio empieza por uno mismo. Aún mejor, cuentan con un estándar de teletrabajo ejemplar en el que el 66 por ciento de su personal labora desde su casa en espacios físicos meticulosamente condicionados por la compañía.
Si bien esta fórmula puede parecerle extraño a más de un empresario, a Siigo le ha traído resultados positivos. “Antes veníamos creciendo a un 5 por ciento anual. En los últimos años, lo hemos hecho a más del 30; y, ahora, vamos por un 42 por ciento en 2016”, afirma Ricardo. Además, según estiman, los índices de satisfacción de sus clientes han tenido un incremento del 72 al 93 por ciento, y la productividad de sus colaboradores reflejó un aumento del 12 por ciento después de implementar su nuevo sistema de gestión. Todo esto se debe a una razón: “con látigo, un empleado le da el 100 por ciento a su empresa; pero con el corazón, le da hasta el 200 por ciento. Con esto quiero decir que, cuando se le entrega confianza, felicidad y desarrollo al trabajador, él te da mucho más”, complementa el líder.
Esta es la historia de la creación de una fórmula donde se unen dos mundos (el de tecnología y el de la felicidad) para cambiarle el chip a la gente y lograr que trabaje mejor, se sienta mejor y pueda alcanzar más. Los contadores, los empresarios y los empleados de Siigo ya empezaron y son felices.
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