Inteligencia adaptativa

Mayo 11, 2020 - by administrador

Stephen Hawking lo dijo alguna vez y la ONU lo ratifica, la educación es el derecho que nos proporciona “las capacidades y conocimientos críticos necesarios para convertirnos en ciudadanos empoderados, capaces de adaptarse al cambio y contribuir a la sociedad”, y hoy más que nunca, adaptarnos al cambio se convierte en una necesidad imperativa, más aún cuando de educación se trata.

La pandemia del Covid-19 en nuestro país, además de ratificar la infortunada brecha que hay entre unos y otros, llega con la latente amenaza de incrementar aún más dichas distancias, ya que ante la urgencia de implementar educación virtual quedan en evidencia retos que como país tenemos en términos de conectividad y accesibilidad. Incluso en las grandes ciudades en las que se puede acceder a las tecnologías de comunicación e información con mayor facilidad, también se diagnostican otros factores a mejorar relacionados con la educación que, en una coyuntura como la actual, toman mayor relevancia.

Y es que a la ya compleja situación que se da en medio de una pandemia, se suma una ecuación en la que, como diríamos en las aulas, “el orden de los factores no altera el producto”, y entiéndase que los tres factores de esta ecuación son padres, profesores y alumnos, todos en búsqueda del resultado correcto, una educación a distancia eficiente y que cumpla con los intereses de cada uno. Actualmente, todos desde su rol, están en una dinámica llena de retos y sacrificios; los profesores, -quienes en muchos casos no han tenido la oportunidad de formarse en herramientas y procesos de virtualización-, padres de familia que, mientras enfrentan las consecuencias económicas de esta crisis, se ven obligados a desarrollar habilidades pedagógicas para hacer el mejor acompañamiento del caso a sus niños. Y, estos últimos, en definitiva, los más vulnerables en esta situación.

No debemos dejar de lado que, en muchos casos, hay pequeños que en sus casas se encuentran en medio de ambientes hostiles, con padres, hermanos y familiares que no les facilitan el proceso y si a esto se le suman prácticas poco efectivas desde los colegios, las consecuencias son preocupantes.

Los más pequeños están viviendo una situación sin precedentes en sus vidas, hoy, forzados a cambiar rutinas y adquirir nuevos hábitos, mientras se acoplan con rapidez al deber de asistir a una clase virtual a través de herramientas y procesos completamente nuevos. Lo anterior, con la presión de tener a su profesor en una pantalla y a sus padres o cuidadores auditándolos simultáneamente, y todo esto, en medio del temor propio de saber que en la calle hay un virus con el poder de matar gente. 

Y es en medio de todo lo anterior, que algunos planteles han aprendido, con dolor, que educar a distancia no se trata de trasladar los esquemas presenciales a la internet. Se están viendo todo tipo de prácticas en las que los niños son obligados por sus colegios a estar listos, bañados, desayunados, con uniforme puesto, a las 7:00 am, frente a sus pantallas para pasar una jornada de más de seis horas saltando de una clase a otra y en las que sus profesores hablan sin parar frente a un "tablero". Hay que decirlo, tener a un niño frente a una pantalla durante horas escuchando una catedra, no es educación virtual, es mantener a chicos ocupados. Si bien el contacto maestro-alumno se hace online, los procesos de aprendizaje a distancia deben tener momentos de asincronía en los que el estudiante, por su cuenta, lee, escribe, investiga, adelanta proyectos, construye e incluso hace actividades en familia.

En definitiva, quienes hacemos parte del ecosistema educativo de nuestro país estamos navegando en aguas desconocidas y poco mansas en medio de la crisis causada por el Coronavirus, y si bien, factores como el acceso, la calidad académica y la conectividad son importantes y determinantes, esta es una coyuntura en la que nuestras habilidades blandas serán puestas a prueba, ya que, en medio de la mayor exigencia de adaptabilidad a la tecnológica, el factor determinante será el cognitivo y emocional. Y el cómo nos adaptemos a este momento, marcará un antes y un después en lo que se concibe como educación a distancia.

"Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo" vale la pena traer a colación esta reflexión del político estadounidense Benjamin Franklin, ya que hoy es imperativa la disposición e involucramiento frente al proceso, entendiendo y gestionando el correcto manejo de los tiempos y en medio de la pandemia, más que nunca, inculcando en los niños el desarrollo de la responsabilidad y la autodisciplina, habilidades para la vida que definitivamente, probarán su valor con el paso del tiempo.

 

 

 

Redaccion por Adalberto Loaiza Rector Colegio Bilingüe Richmond