Las posibilidades de poder disfrutar de una vida más positiva son múltiples y muy variadas. En algunas ocasiones caemos en la trampa del victimismo y el pesimismo, nos quejamos por todo lo sucede a nuestro alrededor y otras veces, no conseguimos ver una luz de esperanza.
En marzo se cumplió un año desde que la Organización Mundial de la Salud, declarara crisis sanitaria a nivel mundial por causa de la COVID 19, un hecho sin precedentes que marcó un antes y un después en la humanidad y que ha trastocado las costumbres y tradiciones de una sociedad que ha enfrentado momentos difíciles y adversos.
Sin embargo, la historia ha demostrado la fuerza que tienen los humanos para recuperarse frente a guerras mundiales, desastres naturales, enfermedades, crisis políticas, sociales y económicas y actualmente, una pandemia.
De acuerdo con Andrés Gamba Peña, Magíster en Psicología y docente de Areandina, “Charles Darwin decía que solo las especies más fuertes son las que sobreviven, su concepto de fuerza no radicaba en la fortaleza física o en el tamaño del animal, sino en la capacidad de adaptarnos al medio que nos rodea y a los problemas que se nos presenten. En este sentido, los seres humanos somos una especie con un alto nivel de resistencia y sabemos sobreponernos a las adversidades como la que estamos viviendo”.
Ahora bien, el confinamiento ha permitido acercar más a las personas con la tecnología y entender que la presencialidad no era necesario en algunos trabajos, sino por el contrario, permitió ser más autónomos en las responsabilidades y trabajar por objetivos que por horas. Según Gamba, “la pandemia nos enseñó a interactuar con otras personas de manera diferente, desarrollarnos afectivamente a través de encuentros virtuales con más fuerza, señales que demuestran nuestra capacidad de adaptación a este nuevo desafío como especie”.
La nueva normalidad
Es evidente que la pandemia trae consecuencias que cambian la vida de las personas y que las rutinas, hábitos, costumbres, tradiciones, entre otras cotidianidades, fueron cambiadas de manera repentina. Celebraciones de cumpleaños, conciertos, festivales, reuniones periódicas, viajes planeados y bodas de ensueño, quedaron suspendidas.
A pesar de todo, los seres humanos lograron reinventarse y la creatividad mostró diferentes formas donde las personas hicieron de su cotidianidad, algo inesperado y diferente. Mientras unos tomaron la decisión de priorizar sus necesidades, otros se enfocaron en varias tareas. Al final, todos se adaptaron a la nueva normalidad que les permitió al mismo tiempo, descubrir un nuevo estilo de vida. Lo que para Gamba significa “entender que el tiempo que antes dedicábamos al tráfico, hacer largas filas y esperar que nos atendieran, ahora el tiempo lo tenemos de regreso y podemos invertirlo en otras actividades para practicar un hobbie o estar con las personas que queremos a través de la hiperconectividad”.
Cabe señalar que los cambios de comportamiento en las personas, también generaron un eco en los bienes de consumo y servicios. Un estudio realizado en el 2020 por la consultora Nielsen para América Latina, demostró que la pandemia también trajo nuevas tendencias como decirle adiós al efectivo para evitar contacto físico, buscar lo barato y lo saludable para cuidar la salud y el exceso de limpieza en el hogar se hizo más fuerte para evitar posibles contagios. “Imagino que nuestro outfit de salir con tapabocas y protocolos de limpieza, como lavado de manos o el quitarse los zapatos para ingresar a algún sitio, se mantendrán por mucho tiempo”, describe Gamba.
Por otra parte, el experto afirma que “la educación recibida a través de los medios de comunicación y entidades públicas sobre los protocolos de bioseguridad, ha profundizado tanto en nuestra “psiquis” que será difícil desprendernos de estos rituales de limpieza, por lo que podríamos tener una nueva tendencia llamada: culto a la salud pública. No será extraño que, en los colegios, además de enseñar matemáticas y español, también encontremos capítulos de aprendizaje sobre virus, infecciones y cómo protegernos”.
Nuevas tendencias, nuevo futuro
Resulta difícil pensar que, si bien el confinamiento ha servido como tiempo prolongado para reflexionar y decidir sobre la nueva vida en un futuro incierto, la nueva tendencia pospandemia estará enmarcada por la actitud de agradecimiento. Gamba considera que “perder mucho de nuestra rutina diaria de un momento a otro nos estás haciendo valorar lo que teníamos y no nos dábamos cuenta. El agradecimiento por compartir con amigos, charlas durante el almuerzo, visitar a nuestros seres queridos el fin de semana, ver la cara de otros sin necesidad de un tapabocas, son cosas que nunca pensamos seriamente pero ahora son acciones que cobraban una fuerza importante cuando esto pase”.
Desde el punto de vista del académico, las brechas generacionales ya no estarán tan marcadas y como él mismo señala, “antes hablábamos de los nativos tecnológicos, donde los adolescentes y adultos jóvenes eran expertos en redes sociales y tecnología, muchas personas por deseo propio o por necesidad tuvieron que aprender sobre virtualidad. Adultos que sólo manejaban el correo electrónico, ahora es común verlos interactuar de forma orgánica las redes sociales o explorar activamente sus smartphones”.
Así pues, cada individuo tiene la autonomía de decidir cómo, cuándo, con quién y hasta dónde expresar su libertad para encontrar la felicidad, hacer uso del tiempo y con quién compartir sus momentos más preciados, logrando que la pandemia haya servido como una oportunidad para que muchas personas se hayan liberado de “burbujas cotidianas” para ir en dirección a un mundo más pensable.