En las últimas décadas se han potenciado avances tecnológicos que impulsaron una verdadera revolución en el sector de la salud. Son tiempos de cambios en los que la tecnología está dando respuestas al aumento exponencial de los datos generados por las organizaciones de salud con la digitalización de imágenes, los registros médicos electrónicos y la proliferación de dispositivos de salud personal. El gran desafío es cómo sacar provecho de una incesante acumulación de datos en momentos en que todos los interesados -gobiernos, proveedores, empleados y pacientes- esperan una mejor calidad, valor y resultados satisfactorios.
Según el estudio “A booster shot for health and wellness” del Institute for Business Value (2015), un documento dedicado a comprender las transformaciones que afectan a la industria de la salud, son seis las fuerzas disruptivas que actualmente impactan al sector. A grandes rasgos, se habla de nuevos sistemas digitales, clientes empoderados, regulaciones más exigentes, alzas en el costo social de los servicios, escasez de profesionales preparados y los elevados precios del desarrollo de nuevos tratamientos.
Sobre el rol de la tecnología, es importante revisar la dualidad de las soluciones. Por una parte, la incorporación de sistemas digitales ofrece un mejor monitoreo de información, que a su vez resulta en la generación de nuevo conocimiento para incrementar la calidad de los servicios; pero por otra, y he aquí el gran reto, es necesaria una inversión económica, así como cambios en la gestión, preparación, cultura y forma de trabajo de los profesionales de la salud.
Sobre la incorporación de sistemas digitales, el fenómeno se materializa en la digitalización de interacciones entre pacientes y hospitales, registros médicos, reportes de investigación, e incluso la telemática que se obtiene de sistemas de monitoreo para pacientes internados. Por este motivo, el universo de datos de salud crece aceleradamente, pero se calcula que más del 80% de estos datos son inservibles si se procesan con sistemas de cómputo convencionales.
Según cifras del libro “Big Data” (2014) de Bernard Marr, cada día se generan más de 2.5 quintillones de datos, pero de ellos, el 80% son no estructurados. Las herramientas cómputo tradicionales pueden almacenar este tipo de datos - que van desde comentarios en redes sociales, hasta imágenes obtenidas de un MRI, dentro de un hospital - pero se requiere de una nueva generación de sistemas para realizar procesos analíticos que puedan producir información valiosa y accionable.
En este aspecto, una nueva ola desarrollos tecnológicos que incorporan algoritmos de aprendizaje de máquinas, razonamiento profundo y procesamiento de lenguaje natural (entre otros), dan comienzo a lo que se conoce como la era de la computación cognitiva que actualmente IBM lidera con Watson. Esta plataforma, que representa la evolución de la Inteligencia Artificial, plantea un nuevo paradigma, ya que es capaz de comprender el mundo igual que lo hacen los humanos: a través de los sentidos, el aprendizaje y la experiencia. En el ámbito de salud, una máquina de estas características puede ayudar a un médico a procesar incontables investigaciones para encontrar insights útiles, a gran velocidad, para elegir el tratamiento ideal para un paciente determinado.
Aunque, sobre todos los beneficios, pensar en incorporar sistemas de gestión cognitiva de información plantea un cambio que comienza mucho más atrás. Una plataforma de datos, profesionales de análisis, y, sobre todo, un cambio en la cultura organizacional son los principales retos que debe sortear una organización que busca una transformación digital. De poco sirve el sistema si el cuerpo médico no tiene la disciplina de alimentarlo. Y lo mismo aplica si las campañas de capacitación digital no permiten que los expertos pueden aprovechar las herramientas.
Otro aspecto interesante que se debe revisar es el cambio que la conectividad digital, y sobre todo el acceso a internet ha logrado en las expectativas de los pacientes. El usuario moderno busca tratamientos personalizados y económicos. Aunque parezca una paradoja, la tendencia a pensar que lo masivo es económico y lo personalizado costoso, en este caso es relativo.
Si un proveedor de servicios tiene menos costos operativos, puede reducir el precio de sus ofertas, ¿cierto? Según datos de OCDE, los costos evitables, causados por errores médicos, alcanzan 500 mil millones de dólares cada año. Esta cifra podría reducirse sustancialmente si los profesionales de la salud tuvieran a su alcance más y mejor información.
La tecnología cognitiva ofrece las capacidades computacionales para ofrecer conocimiento digerido para asistir en la toma de decisiones (esto, como se expuso anteriormente, aplica a médicos que eligen mejores tratamientos para los pacientes). En la práctica, la evolución de esas tecnologías podría modificar incluso los sistemas de atención en salud, al pasar de un modelo reactivo de manejo de usuarios enfermos, hacia un modelo de prevención, capaz de analizar la información de los pacientes, sus entornos, sus comportamientos y predisposiciones genéticas para establecer de manera previa las terapias y tratamientos de enfermedades antes de que se manifiesten de manera grave. Recientemente, médicos de la Universidad de Tokio informaron que Watson diagnosticó una extraña forma de Leucemia a una mujer de 60 años que había sido diagnosticada erróneamente meses atrás. Watson tomó sólo 10 minutos para comparar los cambios genéticos del paciente con una base de datos de 20 millones de documentos de investigación del cáncer y entregó un diagnóstico preciso para un tratamiento adecuado.
El futuro de la salud está relacionado con el individuo. Con el rápido aumento de dispositivos de hábitos saludables y médicos conectados, implantes y otros sensores que recopilan información en tiempo real y, súper computadoras capaces de comprender la Data rápidamente para asistir a los profesionales en beneficio de la salud humana.
Por: Redacción Federico Martínez, Gerente General IBM Colombia
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