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La polarización en las redes sociales aumentó un 39% entre 2018 y 2022 en América Latina.
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A medida que las redes sociales y la inteligencia artificial influyen en la polarización política, varios gobiernos han comenzado a intervenir. En Brasil, por ejemplo, el juez Alexandre de Moraes ordenó la suspensión de X por no eliminar cuentas asociadas a Jair Bolsonaro y relacionadas con la desinformación
Bogotá, 19 de noviembre de 2024. La polarización política y social ha emergido como una de las principales amenazas para las democracias modernas. Más allá de las divisiones ideológicas tradicionales, este fenómeno ha fragmentado las sociedades, afectando tanto la confianza en las instituciones como los procesos electorales. Si bien la polarización tiene raíces profundas, en los últimos años ha crecido exponencialmente debido al impacto de las redes sociales y la inteligencia artificial, tecnologías que amplifican la división política y social.
La polarización social no solo afecta a los actores políticos, sino que también influye en las interacciones cotidianas y las estrategias de las empresas. Las marcas, por ejemplo, deben navegar con cuidado en un entorno donde los consumidores no solo buscan productos de calidad, sino que esperan que estos reflejen sus creencias y valores. Este fenómeno ha generado una creciente fragmentación de la sociedad, donde los grupos se agrupan en comunidades ideológicas cerradas, alejándose de aquellos con opiniones diferentes. Como resultado, la polarización no sólo se refleja en el ámbito político, sino también en los estilos de vida, los gustos de consumo y las relaciones laborales.
¿Las redes sociales amplifican la polarización?
Las redes sociales han jugado un papel central en la aceleración de la polarización. Plataformas como Facebook, Twitter (ahora X), WhatsApp y Telegram se han convertido en espacios donde las divisiones ideológicas se amplifican. Los algoritmos de recomendación de estas plataformas no están diseñados para promover el diálogo, sino para priorizar el contenido que genera más interacción, lo que generalmente significa mensajes polarizadores y emocionalmente cargados.
En América Latina, un estudio de LLYC llamado “The Hidden Drug” encontró que la polarización en las redes sociales aumentó un 39% entre 2018 y 2022. Aunque las plataformas abiertas, como Facebook, dominaron la discusión política en la primera parte de la década de 2010, ahora las plataformas cerradas como WhatsApp y Telegram están ganando terreno. En estos espacios privados, la desinformación se propaga con mayor facilidad y la radicalización puede incubarse en grupos pequeños, lo que dificulta su monitoreo y control.
Inteligencia Artificial puede ser un catalizador de desinformación
La inteligencia artificial ha elevado la polarización a un nuevo nivel. Los algoritmos impulsados por IA permiten no solo amplificar contenido polarizador, sino también personalizar los mensajes políticos a audiencias específicas mediante técnicas de microtargeting. Esta capacidad ha permitido que los actores políticos manipulen las opiniones de los votantes con una precisión sin precedentes.
Un ejemplo de esta tendencia se observó durante las elecciones de Estados Unidos en 2023, cuando una red de cuentas iraníes utilizó IA generativa para crear contenido falso, incluidos deepfakes y textos manipulados. La IA generativa, que permite la creación de vídeos y audios falsos casi indistinguibles de la realidad, representa una nueva amenaza para la veracidad de los procesos electorales. En 2024, imágenes falsas generadas por IA de políticos como Donald Trump y Joe Biden causaron alarma y pusieron en evidencia la dificultad de detectar y frenar la desinformación.
Desafíos regulatorios
A medida que las redes sociales y la inteligencia artificial influyen en la polarización política, varios gobiernos han comenzado a intervenir. En Brasil, por ejemplo, el juez Alexandre de Moraes ordenó la suspensión de X por no eliminar cuentas asociadas a Jair Bolsonaro y relacionadas con la desinformación. En Colombia hay al menos 7 proyectos de ley que buscan regular esta tecnología, sin embargo, ninguno ha logrado pasar del segundo debate.
De cara a las elecciones de 2026, la creciente influencia de las redes sociales y la IA plantea un dilema complejo: ¿cómo regular estas tecnologías sin socavar la libertad de expresión? La pregunta crítica es si los gobiernos serán capaces de implementar regulaciones efectivas a tiempo para proteger la integridad de los procesos democráticos o si las democracias estarán condenadas a una era de elecciones manipuladas, desinformación masiva y desconfianza institucional.
En este contexto, la polarización pone en juego no solo el futuro de las elecciones, sino la estabilidad de las democracias mismas, que deben enfrentar este reto global con respuestas coordinadas y efectivas.
“La polarización aparece cuando esta identidad se construye en oposición al otro y va necesitando de un enemigo. Este pensamiento polarizado puede estar soterrado en ciertos momentos de la vida, pero en contextos de tensión política o social aflora de nuevo, inducido por emociones como la ira o el miedo. Aunque la realidad demuestre que las personas polarizadas están equivocadas, ellas se resisten a abandonar sus ideas. Es como si se fusionaran con sus pensamientos porque la vida depende de lo que piensan, ya que se ha conformado como parte de su identidad” agrega Patricia Fernández, psicóloga clínica en el Hospital Ramón y Cajal de España.
LLYC ha publicado la edición 41 de su Revista UNO: Cómo navegar la era de la polarización, donde explora a profundidad varias dimensiones donde la polarización incide, como la política, la construcción de marcas, las redes sociales, las elecciones, entre otros.