Con Internet, el profesor Olegario Cardozo se convirtió en ‘defensor’ de la naturaleza

Feb 19, 2016 - by administrador

Bogotá, febrero 18 de 2016. Gracias al Kiosco Vive Digital que el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) instaló en Potrero Grande (Huila), el profesor Olegario Cardozo (54 años) pudo culminar su licenciatura en Ciencias de la Educación, en la Universidad Interamericana de Educación a Distancia (Panamá). Porque cuando no había Internet, tenía que emprender viajes temerarios hasta el municipio de Colombia en su vieja motocicleta Suzuki TS180, por una carretera de 39 kilómetros, que por tramos se convierte en una trocha empinada y serpenteante.

 

Antes de la llegada del Kiosco Vive Digital se vivían allí los tiempos de la incertidumbre, no sólo para él sino para todos los habitantes de esta vereda ubicada en las estribaciones de la cordillera Central. Según recuerda el ‘profe’ Olegario, eran frecuentes los cortes en el suministro de electricidad, hasta por períodos de 15 días.

 

No cabe duda, opina el profesor, que el Kiosco les cambió la vida a los habitantes de Potrero Grande. Porque así como Olegario pudo estudiar, los niños y jóvenes también hicieron lo propio: con Internet realizaron sus tareas, jugaron videojuegos y manejaron redes sociales. Así, todos los días llegan a las instalaciones de este centro de acceso comunitario a Internet y otros servicios digitales, a conectarse al wifi desde sus dispositivos móviles.

 

Gracias al ‘Plan Vive Digital para la gente’, MinTIC ha instalado en el municipio de Colombia cinco Kioscos Vive Digital –uno de ellos en Potrero Grande–; mientras que en el departamento ha puesto en funcionamiento 230 y en todo el país, un total de 6.668 Kioscos que permiten a los habitantes de zonas rurales utilizar Internet de alta velocidad. 

 

Con una altura de 1.815 metros sobre el nivel del mar, y surcada por fuentes hídricas como el río Venadillo y las quebradas La Palmada y la Central, Potrero Grande (al norte de Huila) se erige como una tierra rica en recursos agrícolas. El profesor Olegario constata que la mayoría de sus estudiantes provienen de fincas donde se cultiva café, lulo, fríjol, arveja, maíz y algunos pocos, se dedican al pastoreo y a la ganadería. “Por eso la comida aquí no falta: lo que no se comercializa, se produce para el consumo propio como la yuca, el plátano y la arracacha”, explica, y añade que la irrupción del Internet ha sido muy importante para los alumnos de la Institución Educativa Potrero Grande, donde trabaja desde 2005.

 

Olegario asegura que durante los dos años que ha invertido en el estudio de la licenciatura, adquirióconocimientos que ahora transmita sus pupilos, convencido de que está dejando un legado invaluable: “No solamente matemáticas, español, ciencias naturales y sociales. También les enseño a cuidar la naturaleza que los rodea, porque si seguimos destruyendo nuestros ecosistemas, ¿qué será del campesinado colombiano?”.

 

“No importa la edad: hay que seguir estudiando para ser mejores profesionales. Que no sea una excusa tener que mantener a una familia, o vivir alejados de la civilización: con Internet se puede conseguir hasta lo imposible”, dice Olegario, tras recordar que en su juventud afrontó adversidades que le impidieron culminar sus estudios superiores.

 

Al ser la cabeza de una familia numerosa, compuesta por ocho hijos y esposa, Olegario se dedicó a oficios varios; y no fue sino hasta los 33 años cuando inició su trayectoria como profesor. “Aunque no gano mucho dinero, la docencia me ha permitido mantener dignamente a mi familia”, afirma, convencido de que una vez reciba el título de licenciado en Ciencias de la Educación, le harán un ajuste salarial acorde a su nuevo escalafón.

 

“La tecnología ha sido mi mano derecha para ser un mejor maestro”, sentencia, y esgrime que el marco teórico de su tesis ha servido de sustento para la campaña de cultura ciudadana que tiene con sus alumnos. Así fue como Olegario Cardozo se convirtió en el defensor de la naturaleza en Potrero Grande: “Los niños y jóvenes de esta vereda ya entienden que si botan basura en las quebradas, o le prenden fuego al monte, la causarán un daño irreversible al ecosistema, que es el futuro de las generaciones venideras”.

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